Casi al ingreso de la Universidad de Lima, entre los pabellones C y F, se extiende un mural pintado por Juan Pastorelli. Este personaje es un verdadero artista: ha logrado contarnos una historia por medio de imágenes.
La verdad nunca me había detenido a observarlo en su plenitud; solo había notado una imagen que llamaba mi atención cada vez que pasaba por allí: la del Hombre de Vitruvio. Supongo que por mi profundo interés por el arte y mi admiración por todo lo que haya sido creación de Leonardo Da Vinci; genio al que Pastorelli ha dedicado todo un cuadrante para mostrar algunas de sus maravillas.
Hoy -para salir un poco de lo habitual- tuve la oportunidad de pasar 30 minutos frente a este gran panel, tratando de ponerme en el lugar del artista y de entender lo que quiso transmitir con exactitud. La respuesta resultó ser bastante obvia: se trataba de nada menos que una síntesis de la historia de la humanidad; desde las pinturas rupestres del Paleolítico hasta la Era del World Wide Web, en la que nos encontramos el día de hoy.
Al observar el trabajo de Pastorelli, me sorprendieron el detalle de los trazos y su precisión; así como los bordes tan definidos de cada una de las imágenes, lo que les da -a mi parecer- un toque bastante original. Pero sobre todo, me cautivaron la imaginación del artista y su capacidad para seleccionar y agrupar en cuadrantes los elementos más significativos de nuestra historia: aquellos que representan a las antiguas civilizaciones (fenicios, egipcios), los que hacen un homenaje a la física (cómo no mencionar el teorema de Pitágoras y a Galileo Galilei con su famosa frase "eppur si muove") y otros que sintetizan el descubrimiento del mundo.
Dicen que cada día se aprende algo nuevo. Hoy yo aprendí que debo ser más observadora y que a veces las cosas no funcionales, a las que no les prestamos mucha atención -los detalles- tienen tanta importancia como aquellas a las que les damos un uso diario.
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