
Ryszard Kapuscinski es todo un personaje: fue periodista, historiador, escritor, ensayista, poeta y profesor; pero sobre todo, un hombre transparente con principios y valores muy presentes. Nació en Polonia en 1932 y tuvo una vida llena de logros, entre ellos un doctorado en Honoris Causa en la Universidad de Cracovia y el nombramiento de “Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades” (2003), por solo mencionar algunos.
Pero con una genialidad como la suya, sus conocimientos y vivencias no podían quedarse sin ser narrados; y qué mejor forma de darlos a conocer al mundo que plasmarlos en libros. Así, Kapuscinski escribe “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”. Una obra en la que se muestra claramente su forma de entender y hacer periodismo –porque un buen maestro enseña siempre con el ejemplo-.
Las piezas claves de su estilo se resumen básicamente en dos palabras: mimetización y empatía. La primera se refiere a adentrarse en los lugares que deseaba conocer; no conformarse con ser un mero espectador que mantiene su distancia, o con que alguien más le cuente sus experiencias: él quería vivirlas para sentirlas. El segundo aspecto se emplea mucho en psicología y se refiere a “meterse en los zapatos de los demás” para poder entenderlos en su plenitud. No hay mejor receta para comprender y compartir los pensamientos y problemas de los otros que poniéndonos –aunque sea figurativamente- en su lugar.
Por último, en su libro Kapuscinski expresa con tristeza una realidad latente: el periodismo ha pasado de ser un “ejercicio de búsqueda de la verdad” a “instrumento de poder político” y finalmente a “espectáculo al servicio de un negocio”. Ante este problema, el autor vuelve a darnos dos aspectos clave: capacidad de sacrificio y formación permanente; ambos indispensables para el buen periodismo. Si se siguen estos principios, el periodismo tiene esperanzas de volver a ser lo que fue alguna vez.
Pero con una genialidad como la suya, sus conocimientos y vivencias no podían quedarse sin ser narrados; y qué mejor forma de darlos a conocer al mundo que plasmarlos en libros. Así, Kapuscinski escribe “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”. Una obra en la que se muestra claramente su forma de entender y hacer periodismo –porque un buen maestro enseña siempre con el ejemplo-.
Las piezas claves de su estilo se resumen básicamente en dos palabras: mimetización y empatía. La primera se refiere a adentrarse en los lugares que deseaba conocer; no conformarse con ser un mero espectador que mantiene su distancia, o con que alguien más le cuente sus experiencias: él quería vivirlas para sentirlas. El segundo aspecto se emplea mucho en psicología y se refiere a “meterse en los zapatos de los demás” para poder entenderlos en su plenitud. No hay mejor receta para comprender y compartir los pensamientos y problemas de los otros que poniéndonos –aunque sea figurativamente- en su lugar.
Por último, en su libro Kapuscinski expresa con tristeza una realidad latente: el periodismo ha pasado de ser un “ejercicio de búsqueda de la verdad” a “instrumento de poder político” y finalmente a “espectáculo al servicio de un negocio”. Ante este problema, el autor vuelve a darnos dos aspectos clave: capacidad de sacrificio y formación permanente; ambos indispensables para el buen periodismo. Si se siguen estos principios, el periodismo tiene esperanzas de volver a ser lo que fue alguna vez.
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