
El día de ayer, tuve el tiempo necesario para recorrer cada pasillo y observar con detenimiento los trabajos de mis futuros colegas. De todas las áreas, la que más llamó mi atención fue la que se encontraba en el cuarto piso: la fotografía lograda con inyecciones de color. Me encantó la intensidad que adquirían los colores en cada una de las fotos, así como el contraste que se lograba producto de esta manipulación del color.
Pero en esta semana no solo hubo una mera exposición de nuestro arte como comunicadores, sino que también se tuvo la oportunidad de poner a la venta productos que los mismos alumnos hicieron, que iban desde billutería (collares, pulseras, aretes) y ropa, hasta comida (sandwiches, empanadas y algunos postres); todo con tan solo ir a la Oficina de Emprendimiento unas semanas antes y presentar el proyecto.
A mi parecer, esto es una prueba de que los que dicen que los alumnos de Comunicación de la Universidad de Lima somos vagos que no sabemos hacer nada, simplemente SE EQUIVOCAN.
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