lunes, 25 de octubre de 2010

Ésta es mi ciudad



A pesar de lo que digan muchos y las constantes quejas sobre el tráfico, los accidentes y los robos diarios; puedo decir que sí me gusta mi ciudad. Supongo que mucho tiene que ver el hecho de que nací aquí y que gran parte de la gente que quiero se encuentra en Lima; pero tengo que reconocer que esa no es la única razón por la que no me mudaría. Es difícil de explicar, pero me gusta la calidez de la gente –a pesar de la frialdad de algunos–; el movimiento acelerado; ese clima del que tanto me quejo, sobre todo en invierno; las combis donde viajo todos los días aplastada como atún en una lata, y donde no importa si no llevo mis audífonos, porque el Grupo 5 o Daddy Yankee no me dejan sola ni un minuto... por más que quiera.

Pero a pesar de que me guste mi ciudad, no niego que me encantaría poder hacer algo para mejorarla. El primer aspecto que cambiaría sería el del racismo. Si hay algo que me molesta de la mayoría de los limeños es su enorme facilidad para “cholear” a cualquiera. No porque en sí la palabra “cholo” sea un insulto, sino por el tono que emplean y la connotación peyorativa que ha adquirido. También estoy de acuerdo con otros problemas que mencionaron mis compañeros en clase, como el crecimiento desordenado de la ciudad que ha traído como resultado su inevitable sobrepoblación. Pero creo que un aspecto que engloba a todos -o al menos a casi todos los demás- es el de la educación. No me refiero precisamente a la educación a nivel profesional, sino más a una formación en valores. Pienso que si los padres les inculcaran a sus hijos los valores adecuados desde pequeños, se solucionaría gran parte de los problemas que hay en Lima; por ejemplo, el racismo y el clasismo serían menores, ya que la gente entendería que no hay por qué hacer discriminaciones con los demás solo por su color de piel o su nivel socioeconómico. Otro problema que se aplacaría sería el de las faltas de respeto que se ven en las calles todos los días; desde insultos por el tráfico hasta el hecho de ensuciar las pistas con basura, saliva e incluso deposiciones humanas que, creo, no hace falta mencionar.

En cuanto al tema de las elecciones para la alcaldía de Lima, yo voté por Lourdes Flores. A pesar de lo que algunos de la clase piensan sobre ella -que tiene una imagen de "perdedora", etc.- considero que ha tenido una gran trayectoria política y sus propuestas me parecieron muy interesantes; como la de continuar con la obra de Castañeda en cuanto a los Hospitales de la Solidaridad y la de construir más escaleras para la gente de menos recursos que vive en los cerros. Además, en mi opinión, fue bastante clara y concisa en los debates; a diferencia de Susana Villarán, quien daba propuestas muy generales, sin ahondar en ninguna de ellas. La candidata de izquierda, a mi parecer, proyecta una imagen de mentirosa, incoherente y -usando la jerga popular- simplemente "atorrante". Entiendo que muchos de sus defensores argumenten que "el que haya mentido en temas familiares (como el colegio en el que estudió su papá) o su evidente antipatía hacia Lourdes no tienen nada que ver con su capacidad para dirigir la ciudad", pero para mí, el que una persona sea íntegra es importante para cualquier cargo; o incluso si no se tuviera ninguno.

Para los que piensan como yo -o los que no, pero que son curiosos-, aquí les dejo un video sobre algunas de las contradicciones de la que, aparentemente, será nuestra futura alcaldeza. Espero no herir susceptibilidades.

Sobrecarga de spots



En la clase de hoy hemos dedicado aproximadamente 15 minutos a ver 40 spots publicitarios que fueron grabados el año pasado. Todos ellos comparten dos elementos en común: el primero es que su duración no excede a 1 minuto; tiempo en el que los publicistas deben ingeniárselas para contar una historia. De hecho, todos fluctúan entre 10 y 50 segundos; dependiendo probablemente del presupuesto con el que contaba la empresa para invertir en el comercial. El segundo aspecto es que en la mayoría se emplea la risa para llegar a la gente.

Además, la mayoría de los spots están dirigidos al público de los sectores A y B; tienen una música característica de acuerdo al tema, utilizan colores llamativos y actores jóvenes que poseen los rasgos físicos necesarios para permitir que el mensaje llegue al público objetivo (por ejemplo, piel trigueña para los sectores C y D, jergas de los adolescentes, etc).

De todos los spots que vimos, uno de los que más me gustó fue el de Brahma. Me parece que logró transmitir muy bien el mensaje y supo jugar con la idea de “Vivir con B de Brahma”, enumerando una serie de palabras que tienen una connotación positiva y que empiezan con B grande. Dejando de lado su carácter claramente sexista (la mujer sigue siendo utilizada como objeto para vender cerveza), creo que el comercial está bien realizado, capta la atención del público objetivo (los jóvenes) y logra quedarse en el imaginario de la gente.

Paradise Resort

DARE

lunes, 11 de octubre de 2010

Inventando fábulas


"El periodismo es el arte de capturar comportamientos"





Cuando el profesor dijo que veríamos una película en la clase de Fundamentos de la Información, me cambió el ánimo: la verdad no me había ido muy bien en el día y quería relajarme un rato. Además, las películas me encantan.

"El fabulador" (o "El precio de la verdad"), no solo nos muestra todo el proceso de publicación de un artículo en la revista "The New Republic", sino que nos hace sentir la presión y el stress que viven los empleados ante la premura de tener que terminar sus artículos lo más pronto y mejor posible; presión que lleva a uno de ellos -Steve, el protagonista- a inventar muchas de sus historias, para que éstas fueran interesantes y agradables para los lectores. Sin embargo, al hacer esto dejó de lado un aspecto muy importante en toda profesión: la ética.

Afortunadamente, el editor responsable de la revista, Chuck Lane, descubrió -con ayuda de un grupo de escritores de la competencia- que la gran mayoría de los artículos de Steve eran resultado de una serie de hechos y detalles inventados por él; razón por la que sus historias eran imposibles de verificar. El resultado, luego de titubear un poco, fue el despido definitivo de Steve de "The New Republic".

Esta película nos recuerda que, por muy importante que nos parezca conseguir un sueño, no podemos pisotear nuestros principios en aras de lograrlo. Ellos nos definen, nos ponen parámetros y nos mantienen con los pies en la tierra; gracias a ellos conocemos nuestras limitaciones y nos esforzamos por explotar al máximo nuestras cualidades.